En un pueblo de Andalucía.
Está muy cansado. Ha estado corriendo dos horas, se ha
duchado y ahora no puede moverse. Encima tiene que estudiar para el examen de
la próxima semana.
Abre el libro. A los dos minutos lo cierra. No puede. Hoy ha
hablado solo un rato de nada con Violeta. Necesita saber de ella.
Coge el portátil y de conecta despacio (porque el ordenador
se satura) al MSN y al Tuenti.
Ella no está conectada. ¿Qué estará haciendo?
Va a su perfil y ve que no se ha conectado en toda la tarde.
¿Habrá estado con otro? Quizás con ese tal Rubén que la está molestando
últimamente. No, no. Ella no le haría eso.
<<Bueno si por Internet no se puede tendrá que ser por
teléfono>>
Coge su móvil y escribe: Cariño. ¿Qué tal el día? Te echo de
menos. Yo he salido a correr un rato. Te quiero princesa.
Espera media hora. Nada. Ni siquiera contesta a los mensajes.
¿Qué estará haciendo? No puede estar durmiendo, son solo las diez y media. A
esta hora suelen empezar a hablar.
Si pudiera iría ahora mismo a su ciudad, a su casa. La
besaría y le diría que la quiere.
Cuarenta minutos desde que le mandó el mensaje.
Nada, sin respuesta. No deberían estar tan distantes
teniendo en cuenta que quedan dos semanas para verse. Dos semanas. De repente
se le acelera el corazón. ¿Qué son dos míseras semanas después de casi cuatro
meses deseando verla de nuevo?
Una semana después.
-¿En que planeta estás Violeta? –pregunta irritado “El
Morsa”, odioso profesor de matemáticas, desgarbado y con un bigote que parece
tener vida propia, de ahí, su mote.
-¿Qué?
-¡Cacahué! ¡Que despiertes! No eres precisamente una de las
mejores de la clase para…-sigue y sigue, incansable como siempre.
<<Siempre igual. ¿No se cansa?>> piensa Violeta
mientras asiente y dice:
-Perdone profesor, estaba distraída.
<<Aguántalo una semana. Solo una semanita más y luego
a disfrutar de Semana Santa, de la libertad y de…de Jose. >>
Le quedan nueve días para verle. Ni se lo cree. Está
impaciente, asustada, contenta, preocupada… Sentimientos enfrentados.
Después de más de tres interminables meses ahora está
asustada. Patético.
Cuando la horrible clase de mates termina y salen al recreo,
Nerea está esperándola en la puerta. No van a la misma clase, por eso siempre
la recoge.
Se dan dos besos y se dirigen al banco de siempre. Un banco
en el que en el último han vivido muchas cosas… Muchas lágrimas, carcajadas,
secretos y algún que otro “¡Mira ese que bueno está! ¡Valla culazo!”
Se sientan.
-Violeta… ¡queda nada para que le veas! ¿Cómo te sientes?
–le pregunta emocionadísima Nerea.
Ella es la que está más metida en el tema de Jose. Lo sabe
todo e incluso se han hecho amigos hablando por Internet.
-Pues muy nerviosa e intentando no pensarlo mucho que si no,
me va a dar un ataque. Pienso en besarle, en poder decirle que le quiero
mirándole a los ojos y no a una pantalla…-se le humedecen los ojos.
Nerea se da cuenta y le da un codazo.
- ¡Uy la enamorada como está! ¡Que se nos emociona! No
pienses en los besos que le vas a dar a ver si te…-Violeta le tapa la boca con
una mano.
-¡Vale ya Nerea! –las dos ríen a carcajadas.
Termina el recreo y vuelta a clase. Solo tienen que aguantar
una semana más, una semana y luego a Violeta le llegará la hora. Por fin verá a
su amor.
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