viernes, 24 de febrero de 2012

Capítulo cuatro.


En esos momentos en una casa de las afueras.

Todavía no se lo cree. No llega a entender como puede ser verdad que ya no valla a ver más a su abuelo Juan.
Nerea está sentada en la mesa de la cocina. Sola. Lo necesita. Está perdida en sus pensamientos, en su dolor. Perder a un ser querido nunca es plato de buen gusto y mucho menos cuando vives puerta con puerta con él.
Ya echa de menos el olor a tabaco de pipa y el aroma de su colonia.

Mañana por la tarde es el entierro. Tiene que permanecer entera, por su padre. Él está mucho más afectado y necesita sentirse apoyado por su familia. Hoy ha sido un día horrible, no ha podido dejar de pensar en el tema desde que su madre se lo dijo esta mañana. Su padre se había ido entonces y no había vuelto. Probablemente estaría ahogado las penas en algún bar. Solo espera que este bien y no haya hecho ninguna tontería.
Coge su móvil. Necesita hablar con alguien. ¿Y si llama a…? No, eso no es buena idea. Probablemente él le dirá que no le interesa su vida y que le deje en paz. ¿Pero qué dice? Enrique no es así, son amigos… a pesar de lo que ella siente. Se decide y marca su número. Un pitido, dos, otro más… No lo coge y salta el contestador.
Nerea suspira profundamente y guarda el móvil. ¿Dónde se habrá metido?  

Un domingo por la mañana del mes de enero.

Abre lentamente los ojos. ¿Dónde esta? Parpadea. ¿Dónde va a estar? ¡Pues en su habitación! Violeta se mira y se da cuenta de que está vestida. Entonces recuerda que anoche después de cenar apresuradamente subió a su habitación y se tumbo en la cama a pensar en si había hecho lo correcto accediendo a quedar con Rubén. Debió de quedarse dormida entre tanto dilema.
Se levanta y se cambia de ropa para no tener que soportar un cuestionario procedente de su madre. Mira el reloj, son las doce y media. ¡Que tarde!

-Buenos días dormilona –le dice su madre al verla bajar las escaleras.
-Hola mamá.
-Anda siéntate y desayuna.

Violeta y su madre desayunan tranquilas, como siempre.

Desde que su padre murió y su hermano Álvaro se fue a estudiar fuera de la cuidad, siempre están muy solas. Ya hace tres años de la muerte, pero aun así Violeta a veces, escucha los sollozos de su madre. Álvaro decidió irse porque no soportaba el ambiente triste que había en la casa. Ahora Violeta lo echa mucho de menos. Siempre han estado muy unidos y en los meses en los que lleva estudiando fuera a penas ha vuelto a casa en dos ocasiones. Siempre promete que las visitará más pero nunca lo hace.

-Hija, recoge tú lo del desayuno por favor que yo me voy al centro.
-¿Al centro? ¿Para qué? –pregunta Violeta extrañada.
-Pues….emm…. –Aurelia vacila, entonces Violeta cae en la cuenta. ¡Su cumpleaños! ¡Es el viernes que viene!- pues a comprar unas cosas hija.
-Vale, vale –disimula Violeta.

Su madre le da un beso y se va. Genial, así podrá desmadrarse.
 Sube corriendo a su habitación, coge su viejo radiocasete y pone su disco de Eminem a todo volumen.
Suena “Not Afraid”. Le encanta esa canción, baila y canta mientras da saltitos por la habitación. Le desahoga mucho hacer esto cuando está sola. A veces, parece un poco infantil, pero ¿qué más da lo que piense el mundo? Bastante mal lo está pasando como para pararse a pensar en esas tonterías del “que dirán”. Ella es cómo es y a quien no le guste ya sabe…

De repente ve como se ilumina la pantalla de su móvil, que está en la mesilla. Se acerca y abre el mensaje. Es de Rubén. Un escalofrío le recorre todo el cuerpo. “Buenos días princesa. Tengo muchas ganas de que llegue esta tarde para estar contigo. Un besazo. Recuerda que…”
 Lo lee una y otra vez. ¿Recuerda que…? ARG .A veces odia esa actitud que tiene.
¿Qué quiere decir con eso? Por un momento se arrepiente de haber quedado con él.

-Puff….  –resopla una y otra vez.

Ahora no se pude echar atrás. ¿O sí? Se intenta convencer de que no va a pasar nada que ella no quiera, pero el problema es: ¿Qué es lo que ella quiere en realidad? No lo sabe. Está muy confusa. Rubén le atrae, pero ella está con José y nunca ha pensado en serle infiel aunque estén a distancia. <<Bueno… si no se entera…>> piensa dudando. Se da una palmada en la frente. ¿Qué está diciendo?
Se asoma a la ventana para que le de el aire fresco de la mañana. Decidido. No pasará nada que no sea lo normal entre dos amigos.

martes, 21 de febrero de 2012

Capitulo tres.


Unas horas antes en un piso del centro de la ciudad.

Está pensando en ella. Como siempre, no puede sacarla de su cabeza. ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué está tan sumamente enamorado de Violeta?
Rubén está sentado en el sofá de su espaciosa habitación, con el móvil en la mano.
¿Le manda un mensaje? Tiene muchas ganas de verla. Sí, se lo mandará. Escribe el mensaje y lo envía. <<Que sea lo que Dios quiera>> piensa mientras suspira.  

Se levanta del sofá y va a la cocina. Su madre esta allí.

-Hijo recoge tu habitación anda, que la tienes hecha un cristo.

Rubén suspira. No tiene ganas de nada. Solo quiere verla y estar con ella, no puede pensar en otra cosa.

-Vale mamá –miente mientras vuelve a su habitación.

<<Tampoco esta tan desordenada….>> piensa mientras la observa. Montones gigantes de ropa se agrupan en el suelo y   no se ve la mesa, solo se ven libros y millones de trastos que ocupan la mayor parte de la habitación.
Rubén empieza a guardar la ropa, a meter los bolígrafos en los lapiceros y a guardar los libros en la mochila o ponerlos en la estantería.
Justo cuando va a coger su portátil suena su móvil. Rubén corre esperanzado a recuperarlo de encima del sofá. ¡Es ella! ¡Y acepta la proposición de quedar con él! Mañana a las seis. ¡No puede esperar tanto tiempo!

<<Rubén, tranquilízate>> piensa. Coge su portátil y pone música relajante. “Claro de Luna” de Debbusy. Cierra los ojos mientras escucha la melodía. Respira hondo. Cuando la canción termina abre los ojos: Sí, mañana le dirá que la quiere.  


Mientras tanto a muchos kilómetros de allí.

Pufff...… Ahora a estudiar. No tiene ganas. Solo quiere hablar con ella, con su novia.
Lo está pasando muy mal estos meses. Mantener una relación a distancia no es nada fácil y menos si quieres a alguien como él quiere a Violeta.
Tiene tantas ganas de verla que le falta el aliento cuando piensa en ese momento.
No entiende cómo no se lo dijo cuando ella estaba aquí, a su lado, en su pueblo.

Violeta y José no se han visto todavía en persona desde que están juntos. Tuvieron a cobardía de no declararse en persona y hacerlo por Tuenti. Pero entonces ya era demasiado tarde: Violeta ya estaba a kilómetros de allí.
Piensa una y otra vez en los días que perdieron, en los que podían haber estado juntos como más que unos buenos amigos.

José se tumba en la cama con la mirada fija en el techo. Tiene que ser fuerte, se lo debe a él mismo y a ella. Ella se merece todo y más de lo que él pueda darle. Tiene que aguantar y lo hará. La quiere y eso es lo que importa. La distancia es solo un contratiempo.  
De repente oye el timbre. Se levanta precipitadamente y recorre la casa hasta llegar a la puerta. La abre. José no se lo puede creer. ¿Qué hace ella aquí?

domingo, 19 de febrero de 2012

Capitulo dos


Violeta le da un fuerte abrazo a Bea. Lo necesitaba. Últimamente se le juntan todos los problemas y lo único que la ayuda un poco son sus amigas.
Bea está en pijama y con una bata de estar por casa.                                                 

-¿Qué eres una abuelita? –le dice riendo Violeta.
Bea le saca la lengua.

-Anda pasa tonta.

Las dos chicas pasan y se sientan en el sofá.
Bea coge dos magdalenas y le da una a Violeta.

-Gracias.
-Bueno, a ver, cuéntame que te pasa.
-Pues tía todo. Que ya estoy harta de lo de José.
-Pero Violeta, tu le quieres ¿no?

Violeta se queda pensativa. Se reclina en el sofá, suspira y cierra los ojos.
Una lágrima le cae por la mejilla derecha.

-Claro que le quiero.
-¿Entonces? –pregunta Bea mientras le pasa la mano por el brazo intentando tranquilizarla.
-Pues que no soporto estar lejos de él. No puedo. Esto me supera Bea –hace una breve pausa en la que respira hondo- Cuando nos despedimos…no me he sentido peor en mi vida. Casi no podía respirar de lo mal que me sentía.
-Violeta, estas enamorada. Eso es bonito. No tiene que hacerte sufrir. Y la distancia pues.. –se queda pensativa. No sabe que decirle para animarla un poco-  Piensa que lo veras en vacaciones.

Es el salón suena  “Con las ganas” de Zahara. A Violeta le encanta esa canción. Es preciosa… y triste. Otra lágrima.

-Y luego esta Rubén. Mira.

Violeta coge su mochila y saca su móvil. Busca en la bandeja de entrada hasta que  da con el mensaje. Le da el móvil a Bea para que lea el mensaje de Ruben.

-Puff. ¿Le has respondido?
-No. Lo iba a hacer aquí, cuando te lo enseñase.
-¿Qué vas a hacer? ¿Tu quieres quedar con él?
-No lo se. Por una parte quiero pero por la otra sé que no debo. ¿Y si pasa algo que no debería pasar?
-No tiene por qué pasar nada. Podéis salir como amigos y ya esta.

Violeta se lo piensa. Sí, tiene razón. Coge el móvil y escribe “Yo estoy bien. Vale. Podemos quedar mañana. A las seis en la puerta del instituto. Un beso”
Se lo enseña a Bea, que asiente en señal de aprobación.
Manda el mensaje. Vale, ya esta. No hay vuelta atrás.  

-¿Vemos una peli?- pregunta Bea mientras coge su portátil.
-Vale. ¿Cuál?
-Umm… Avatar ¿te gusta?
-Genial, me encanta.

El resto de la tarde transcurre tranquila. Las dos chicas terminan de ver la película y Violeta vuelve a su casa antes de la cena.
De camino va pensando en el mensaje que le ha mandado a Rubén. ¿Ha hecho bien en quedar con él?

Y recorre el camino hasta su casa sin saber todo lo que le deparará la tarde siguiente.

sábado, 18 de febrero de 2012

Capitulo uno.


Un sábado por la mañana en el mes de Enero.

Violeta da  vueltas tumbada en la cama. ¿Cómo estará Nerea?
Nerea es una de sus mejores amigas y hoy ha perdido a su abuelo. Imagina cómo se siente, sin haber podido despedirse de él…Necesita que llegue el día de mañana para estar con ella abrazarla y decirle lo que la quiere y que lo siente  mucho…Pero estas cosas no se pueden decir por Tuenti. No es lo mismo que darle tu apoyo a esa persona mediante gestos de afecto, de cariño. Piensa en las palabras que le dirá, en como intentará no venirse abajo para que ella no se ponga peor de lo que ya debe de estar.

Decide levantarse de la cama y encender el ordenador. Cinco minutos, diez minutos… <<¡¡¡Pero que lento es este ordenador, por dios!!!>> piensa cabreada. Al fin, el ordenador volvió a la vida. Violeta se conecta al Messenger y al Tuenti. Nada. Él no está conectado. <<Esto es una mierda. No puedo seguir así toda la vida>> piensa, un poco desesperada.
 Violeta está manteniendo una relación a distancia (quizás demasiada) con el que antes era su mejor amigo y ahora se ha convertido en su pareja. Pero no sabe si podrá soportar la distancia. Es su primera relación de este tipo y no está muy segura de cómo les irá.
Justo cuando  se dispone a coger su libro de “Canciones para Paula” aparece en la pantalla del portátil una ventana anunciando que él se ha conectado.

-Cariño….¿Qué tal el día? –le pregunta él; al lado pone un emoticono de una carita sacando la lengua.  

Violeta respira hondo. No quiere que él note que a veces duda y sufre.

-Muy bien cariño, echándote de menos. ¿Y tu día?

-Pues normal, como siempre. Nada nuevo, lo único que es un poco diferente es hablar contigo –seguidamente pone un emoticono de un corazón sonriendo.

Violeta sonríe en la soledad de su habitación. Lo quiere, a pesar de todo. Y lo quiere muchísimo , pero las cosas no siempre son fáciles, en realidad, nunca son fáciles.
Esta enamorada de el, lo sabe. Pero a veces se plantea si se precipitaron y no tuvieron en cuenta que la distancia es un gran problema. 

-Te quiero –escribe Violeta, acompañado de un gran corazón rosa.
-Y yo –contesta José.

De repente se escucha como Aurelia , la madre de Violeta, entra en la casa.
Se oyen los pasos que suben por la escalera, seguidamente se abre la puerta.

-Ya he llegado –le dice a Violeta- ¿Has hecho algo de lo que te dije?

Violeta se queda en blanco, ¿Qué le dijo que hiciera? Ha aprendido a desconectar cuando su madre le habla, esta harta de oírla siempre protestando. Piensa rápidamente y por fin se acuerda. ¡Tenia que limpiar su baño!

-Ehh.. pues no… pero iba a hacerlo ahora mismo –dice mientras se levanta de la silla.

Su madre va a protestar pero al ver a su hija tan predispuesta se aguanta y baja a la cocina a guardar la compra.
Mientras, Violeta se inclina sobre el ordenador y escribe:

-Cariño lo siento pero me tengo que ir a hacer cosas. Hablamos esta noche. ¿Vale?
-Jooo –un emoticono llorando- Bueno, vale. A las nueve y pico hablamos. Te quiero.
-Y yo.

Violeta baja corriendo las escaleras. Va a la cocina y coge todo lo necesario para la limpieza. Cuando ha terminado de limpiar el baño su madre le dice que van a comer en cinco minutos.
Ella va a su cuarto, coge su libro y baja la escalera.

-A comer –grita su madre, como si estuviera en medio de la selva.
-¡ Mamá por Dios! -exclama Violeta-  ¡Que estoy aquí!

Las dos se sientan a la mesa y comen en silencio hasta que la madre habla.

-¿Qué has hecho en toda la mañana?-pregunta mientras se mete un trozo de pechuga de pollo a la boca.


<<Rayarme la cabeza y maldecir mi existencia>>

-Pues nada, hacer los deberes –miente Violeta.
-Bueno, eso está bien, al menos has hecho algo de provecho.
-Si.

No le gusta mentir. Ni a su madre ni a nadie, pero era necesario. No podía decirle que se ha tirado toda la mañana tirada en la cama, mirando el techo y a punto de llorar.
Últimamente no lo esta pasando nada bien. Es muy duro mantener una relación así y más si se meten otras personas por en medio…
Cuando terminan de recoger la mesa la madre de Violeta se dirige al salón a ver un rato la televisión. Violeta sube a su habitación, coge el móvil y busca en sus contactos. Aquí esta.

-Hola Violeta.- la saluda Bea.

Bea es una de sus mejores amigas. Se conocen desde que tenían cinco años y siempre se han llevado muy bien. Es una chica que tiene una peculiar forma de ver la vida. A Violeta le encanta su forma de ser. Muchas veces a sentido envidia de esa ingenuidad con la que vive. Es muy buena amiga y siempre esta ahí, en os buenos y malos momentos, como tiene que ser. 

-Hola nena (ellas siempre se llaman así) –grita Violeta.
-¡¡¡Tia Violeta, que me dejas sorda!!! ¿Qué querías?
-Pues ver si vamos a hacer algo esta tarde. Estoy super depre. –suspira- Llevo toda la mañana tumbada en la cama pensando.
-Uffff. ¡Tu necesitas una tarde de las nuestras!-dice Bea riendo.
-Exacto –responde ella.
- Bueno, entonces te vienes a mi casa esta tarde, vemos una peli y me cuentas lo que te pasa. ¿Vale?
-Perfecto. A las seis estaré allí. Un besazo y gracias.
-Anda tonta, ya sabes que estoy aquí para lo que sea. Un beso.

Violeta suspira. Menos mal que tiene amigas que la ayudan cuando está así. Si no las tuviera no podría soportarlo.
Son las cuatro y cuarto. Todavía falta para que se tenga que ir. Bea vive a diez minutos andando. Decide darse una ducha relajante. Prepara todas las cosas y se dirige al cuarto de baño.
Después de quince minutos de absoluto silencio y relax dentro de la ducha, se envuelve con una toalla y da por terminada tan necesitada tarea. 
Se seca el cuerpo, se viste y se seca el pelo. Hace frio, es enero, no puede dejarlo mojado. Vuelve a su habitación. Justo cuando se dirige hacia las escaleras suena la melodía que la avisa de que tiene un mensaje.

-Hola. Espero que todo te valla muy bien. Tengo ganas de verte. ¿Quedamos mañana? Un besazo.

Puffff. Otra vez… Ruben no se va a rendir tan fácilmente. Ya sabe que ella está con José, pero aun así sigue insistiendo en verla.
¿Qué le responde? Después de pensarlo mucho decide esperar y contestarle cuando lo haya hablado con Bea.
Ya son las seis menos cuarto. Violeta se despide de su madre y sale hacia casa de Bea.