martes, 21 de febrero de 2012

Capitulo tres.


Unas horas antes en un piso del centro de la ciudad.

Está pensando en ella. Como siempre, no puede sacarla de su cabeza. ¿Qué le ha hecho? ¿Por qué está tan sumamente enamorado de Violeta?
Rubén está sentado en el sofá de su espaciosa habitación, con el móvil en la mano.
¿Le manda un mensaje? Tiene muchas ganas de verla. Sí, se lo mandará. Escribe el mensaje y lo envía. <<Que sea lo que Dios quiera>> piensa mientras suspira.  

Se levanta del sofá y va a la cocina. Su madre esta allí.

-Hijo recoge tu habitación anda, que la tienes hecha un cristo.

Rubén suspira. No tiene ganas de nada. Solo quiere verla y estar con ella, no puede pensar en otra cosa.

-Vale mamá –miente mientras vuelve a su habitación.

<<Tampoco esta tan desordenada….>> piensa mientras la observa. Montones gigantes de ropa se agrupan en el suelo y   no se ve la mesa, solo se ven libros y millones de trastos que ocupan la mayor parte de la habitación.
Rubén empieza a guardar la ropa, a meter los bolígrafos en los lapiceros y a guardar los libros en la mochila o ponerlos en la estantería.
Justo cuando va a coger su portátil suena su móvil. Rubén corre esperanzado a recuperarlo de encima del sofá. ¡Es ella! ¡Y acepta la proposición de quedar con él! Mañana a las seis. ¡No puede esperar tanto tiempo!

<<Rubén, tranquilízate>> piensa. Coge su portátil y pone música relajante. “Claro de Luna” de Debbusy. Cierra los ojos mientras escucha la melodía. Respira hondo. Cuando la canción termina abre los ojos: Sí, mañana le dirá que la quiere.  


Mientras tanto a muchos kilómetros de allí.

Pufff...… Ahora a estudiar. No tiene ganas. Solo quiere hablar con ella, con su novia.
Lo está pasando muy mal estos meses. Mantener una relación a distancia no es nada fácil y menos si quieres a alguien como él quiere a Violeta.
Tiene tantas ganas de verla que le falta el aliento cuando piensa en ese momento.
No entiende cómo no se lo dijo cuando ella estaba aquí, a su lado, en su pueblo.

Violeta y José no se han visto todavía en persona desde que están juntos. Tuvieron a cobardía de no declararse en persona y hacerlo por Tuenti. Pero entonces ya era demasiado tarde: Violeta ya estaba a kilómetros de allí.
Piensa una y otra vez en los días que perdieron, en los que podían haber estado juntos como más que unos buenos amigos.

José se tumba en la cama con la mirada fija en el techo. Tiene que ser fuerte, se lo debe a él mismo y a ella. Ella se merece todo y más de lo que él pueda darle. Tiene que aguantar y lo hará. La quiere y eso es lo que importa. La distancia es solo un contratiempo.  
De repente oye el timbre. Se levanta precipitadamente y recorre la casa hasta llegar a la puerta. La abre. José no se lo puede creer. ¿Qué hace ella aquí?

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